Conservación basada en la comunidad y canoas mágicas
Uno de los pilares del Sonoran Institute es su dedicación a la colaboración, pero no cualquier tipo de colaboración. La verdadera colaboración en la que juntos logramos metas que nunca podríamos haber alcanzado solos. Habría que pensar en esto como en una canoa mágica que como por encanto crece para hacerle lugar a un número infinito de aliados, y que aprovecha sus talentos para lograr metas extraordinariamente ambiciosas.
En un mundo en el que los recursos naturales ‒ agua limpia, aire fresco, espacios verdes‒ son cada vez más indispensables para nuestra supervivencia, debemos colaborar a fin de generar soluciones sustentables para todos los miembros de nuestras comunidades.
Me siento honrado de unirme al equipo del Sonoran Institute como director ejecutivo. Su enorme reserva de talento y su extenso historial de éxitos de conservación a nivel comunitario constituyen un excelente ejemplo de la manera en la que la colaboración genera cambios positivos para paisajes, ríos y comunidades resilientes. A través de la conservación basada en la comunidad, el Sonoran Institute construye canoas mágicas que incluyen a todos: Ciudadanos de México, de Estados Unidos y de naciones indígenas soberanas. Conservacionistas y agricultores. Líderes de la industria y gobiernos locales. Todos abarca personas de todas las razas, religiones y contextos, personas LGBTQ+ y personas con todo tipo de capacidades.
Estoy emocionado porque juntos vamos a construir un mejor futuro a través de la colaboración. En mi experiencia y pasión durante los treinta años de mi carrera he tenido la suerte de subirme en una o dos canoas mágicas, más recientemente en Chile, con The Nature Conservancy (TNC).
Ubicada al sur de Chile, la Reserva Costera Valdiviana, de 110,000 acres (44,515 ha) de extensión, es el hogar del minúsculo ciervo pudú, de milenarios árboles de alerce, y del monito del monte, un fósil viviente. El personal de la Reserva provenía principalmente de la comunidad local en la que los residentes, muchos de los cuales no se identificaban como indígenas por miedo a la discriminación, sobrevivían de lo que la naturaleza podía proveerles.
Cuando asumí el cargo de director en TNC, asumí la responsabilidad de la Reserva. El proyecto estaba penosamente subfinanciado para el enorme territorio que abarcaba, además de que enfrentaba importantes problemas de equidad racial y justicia social. Lo mejor que tenía era un plan de conservación basado en la comunidad que prometía atender estos problemas y más, si encontrábamos la manera de financiarlo.
Como primera etapa nos acercamos a anteriores simpatizantes en busca de ayuda. Y de manera lenta, pero segura, empezó a ocurrir: La gente empezó a subirse a la canoa mágica. Un grupo de chilenos poderosos supo del proyecto y pronto constituyeron el primer consejo de la organización en Chile.
La donación de una parte de la Reserva al gobierno chileno llevó a la creación de un parque nacional adyacente. El presidente chileno Sebastián Piñera inauguró el parque que ofrecía a la comunidad algunas otras fuentes de empleo, recreación y un futuro ligeramente más brillante.
¡El presidente de Chile se había subido a la canoa!
Enseguida, uno de nuestros aliados originales nos avisó que una empresa minera importante, BHP Billiton, estaba buscando proyectos en todo el mundo que pudieran generar conservación permanente de gran escala y sustentabilidad financiera.
Cuando BHP aceptó apoyar a la Reserva, un aliado corporativo mundial se subió a la canoa…
Y se subieron todavía más organizaciones. En poco más de una década, el proyecto logró la conservación permanente de 160,000 acres (64,750 ha), alcanzó la sustentabilidad financiera con un legado de 11 millones de dólares estadounidenses, y cambió para siempre las vidas de las comunidades circundantes.
El poder del proyecto residía en su dedicación a la colaboración y en la naturaleza incluyente de la conservación basada en la comunidad. Parafraseando a un amigo, hoy no estamos protegiendo a la naturaleza de la humanidad, como lo hemos hecho durante los últimos 100 años; estamos conservando la naturaleza para la humanidad. En un mundo en el que los recursos naturales ‒agua limpia, aire fresco, espacios verdes‒ son cada vez más indispensables para nuestra supervivencia, debemos colaborar a fin de generar soluciones sustentables para todos los miembros de nuestras comunidades. Y cuando lo hacemos podemos lograr cosas increíbles.
El Sonoran Institute lo sabe, ya que ha estado practicando la conservación basada en la comunidad durante tres décadas. Entonces, ¿qué? Vamos a ampliar nuestra canoa mágica juntos. ¿Compartiría este mensaje con un(a) amigo(a)?
Entonces, ¿qué? Vamos a ampliar nuestra canoa mágica juntos. ¿Compartiría este mensaje con un(a) amigo(a)?